Si me dicho que yo iba a terminar escribiendo esto, no lo hubiese creído. Teniendo experiencia en mercadeo y planificación, el descontrol no forma parte de mi rutina diaria. Al contrario, mientras más deadlines, objetivos, proyecciones y métricas acompañen mis acciones, más valioso será mi aporte.
Últimamente siento que no es malo dejar al destino algunas cosas. Mucho menos si no tienes control sobre ellas. A ese descontrol me refiero: al no-controlarlo todo. Al rico. Al que sientes cuando vas a un restaurant nuevo y no conoces la comida. El chef puede sorprenderte y brindarle la noche más deliciosa o llevarte a tu casa a prepararte un sanduche. Tú no controlas la cocina del restaurant... Y eso, es hasta divertido.
La cosa es que los seres humanos creemos en el descontrol como algo negativo. Lo vemos como falta de orden, de discilplina. Como que la fiesta se nos fue de las manos y caímos todos presos. Y la verdad, es que la vida es más sabrosa si se nos escapa un poco de las manos.
Y aquí es que vienen las opiniones, los radicales y las fastidiosas. Empiezan las discusiones sobre ser responsable, sobre los valores, empieza la juzgadera al que se fue del país sin plan y con dos jeans en la maleta... Saltan las criticas a la mujer que quiere salir una noche sin saber en qué cama va a dormir. Arrancan mil confusiones de conceptos. Y todos nos ponemos tensos y cambiamos el tema a algo como el clima.
En Venezuela, de la tierrita que vengo, no se puede controlar ni tu lista de mercado. En mi casa, no tenemos control sobre la condición de mi mami. Yo estoy segura de que no puedo controlar lo que la gente que quiero hace con su propia vida... Y lo interesante, es que he empezado a disfrutarlo. Me atrae la incertidumbre de lo que no-controlo y me empuja a ser 100 veces más efectiva con las herramientas que sí tengo. Porque no es lo mismo pretender controlar tu vida, que ser responsable de las acciones que haces. Y para ser responsable sí me anoto!
Por primera vez, creo que vienen sorpresas que no voy a saber manejar. Sobre las que tengo un descontrol absoluto y una atracción a seguir caminando por esa vía... Porque sé que un día, con control o sin él, podré mirar para atrás y agradecer el camino.